sábado, 25 de septiembre de 2010

¡Qué bonito Bicentenario!

Después de los dichosos festejos del Bicentenario en donde se gastaron millones de pesos en cohetes, carros alegóricos, botargas, acróbatas y escenografías que recordaban más una película de Tim Burton o un concierto ochentero de Pink Floyd (aunque los hijos de su Pin…k Floyd son otros), que una fiesta tradicional, mi México lindo y querido vuelve a la realidad que intentaron que olvidáramos por unas horas.

Ante la situación del cocol que se vive, fue infame escuchar durante las transmisiones de la telera a tanto seudo comunicador diciendo para no variar, que no iba a faltar quien quisiera empañar la pachanga. En TV Azteca, la Gómez Mont hablando de lo buena onda que somos los mexicanos, supongo que ese comentario no incluye a su “honorable” familia, después del osote que protagonizaron en el mundial de Sudáfrica, en donde ya se andaban dando hasta con la silla.
Alatorre, quien por cierto aprovecha cada festejo para aventarse unos resbalones que ni el divo de Juárez, aventándose un choro que ni dejaba escuchar a los que cantaban y que así como que ¡uy! ¡Qué datos tan interesantes! Pues tampoco. En Telenvicia, la verdad ni se me ocurrió ver quien condujo el debraye, pero no me extrañaría nada que hubieran sido Galilea Montijo y Adal Mamones a quienes ya nos meten hasta en la sopa.

El caso es que estuve esperando a ver a qué hora aparecían don Chente Fernández y el potrillo, Pedrito Fernández, la Banda el Recodo, digo que de menos son cantantes de música regional ¡Aaaaah, pero nanay! Tenían que salir con unos artistas que tienen tres meses de trayectoria y que quizá en un par de años uno diga ¿Y esa vieja quién era? A la mejor les dio cus cus presentar a Paquita la del Barrio, no fuera a cantar “Rata de dos patas” y a algún funcionario le quedara el saco. Y la orquesta con directora bonita incluida, porque claro si se hubiera parecido a Rigoberta Menchu, dicho sea con todo respetillo, ni la llaman. Para acabarla de amolar,Natalia Lafourcade enfundada en vestido de quinceañera de pueblo cambiando las melodías al más puro estilo de la Nacademia.

Por cierto, hablando de ese reality show que lo que ha tenido de exitoso (eso que ni que) lo tiene de patético, me aventuré a ver el estreno y es de pena ajena ver que, aun usando de pretexto el Bicentenario se aproveche de cualquier situación para humillar a los nacionales y enaltecer a los extranjeros. Es así que a una chica italiana que enseña pechuga, los jueces la felicitan por tener una imagen de artista de talla internacional, pero si es una de Acámbaro no la bajan de profesionista de la soledad (verso sin esfuerzo, jaja). Y en el caso de los machines, es lo mismo, si el concursante es español o argentino, los presentadores se desviven en elogios “Ay qué guapo, apláudanle al bombón, está soltero y busca novia mexicana”. Caso contrario el de mis paisanos que como siempre son presentados como el cuate que cantaba en los camiones, el que vendía tamales para mantener a sus ocho carnalitos, el que es más feo que pegarle a Dios en semana santa y que no canta pero le echa ganas y la chava que era teibolera pero que gracias a Lolita Cortés va a encontrar la redención. Bonita manera de fortalecer la identidad nacional. Lo peor es que, todavía falta ver qué otras jaladas se les ocurren para conmemorar la revolución o debo decir robolución mexicana.


Muchos deben preguntarse ¿Y si el Cachubi no está de acuerdo con estos programas por qué carambas los ve? Pues por la sencilla razón de que este blog se nutre de toda esa bazofia televisiva y si la voy a criticar pues tengo que verla. Además reconozco que es un placer culposo disfrutar ese desfile de pechugas, piernas y tepalcuanas mientras sus propietarias intentan entonar alguna rola, jaja.