
Sean Connery entra al casino y empina el codo después de que le sirven su acostumbrado vodka Martini agitado no revuelto. Se sienta a la mesa y pide fichas para jugar bacará. La idea de una organización criminal que financiaba sus fechorías con las ganancias de un casino me gustaba cuando era un chamaco y mi fervor por las películas de James Bond era mayúsculo. Ahora el solo hecho de pensar que la realidad ha superado a la ficción, me parece nauseabundo.
Hace unas décadas, era casi impensable que en México existieran los casinos estilo Las Vegas, parecía algo tan ridículo como los juicios que presentaban en las telenovelas copiando las series gringas, esas en las que el juez usa una peluca y golpea con un martillo. Por desgracia con la llegada de algunos secretarios de gobernación entre los que destaca Santiago Creel, permisos para abrir tan honrosos lugares se otorgaron a diestra y siniestra; todo como es su costumbre en un ambiente de “sospechosismo”.
Dicen que la ocasión hace al ladrón, y ni tardo ni perezoso, el crimen organizado aprovechó las concesiones e inauguró un montón de lavanderías, perdón, quise decir Salas de juego.
Como el asuntacho pintaba más que bien, los principales interesados pusieron sus cartas sobre la mesa…
Azcárraga (Televisa): Clarín de órdenes que le entro
Burillo (Grupo Pegaso): Yo tambor dijo el del güiro
Azcárraga: Primo, vele buscando nombre al tuyo, que el mío se va a llamar Play City y no quiero que me copies.
Cadena 3: Si Televisa y Tv Azteca pueden ¿Yo por qué no?
Cordero (candidato panista): ¿Cómo ven que me asocie para financiar mi campaña como le hizo Felipillo?
Larrazábal (presidente municipal de Monterrey): Y que mi hermano les venda los quesos de Oaxaca ¿Va?
Creel: ¡Calmaos, que a todos nos va a tocar pastel!
Así es amiguitos, estas finísimas personas se salieron con la suya y al poco tiempo ya era más fácil encontrar un casino que un hospital en algunas ciudades de mi querido país. Al principio eran un sitio de “sana” diversión, luego se convirtieron como era lógico en centro de reunión de jugadores compulsivos, en su mayoría señoras emperifolladas de la high society que despilfarraban más dinero que el que ganaban. Eso es lo de menos porque a fin de cuentas cada quien tira, malgasta o ahorra -¿Alguien puede ahorrar?- su lana como quiera.
La bronca es que se genera tanto dinero, que la disputa por ser el mero mero petatero del bisne ya anda cobrando la vida de empleados y otra gente que ni la debe como sucedió en el Casino Royal de Monterrey. Y que consté que no estoy diciendo que televisos y tv aztecos sean asesinos (ya nomás eso les falta) pero ya también le entraron al quite el narco y los funcionarios corruptos del gobierno. Estos últimos, se hacen ojo de hormiga y en vez de investigar el caso, piden una buena comisión a cambio de no clausurarlos ¡Una cosa la-men-ta-ble!
Hace unas décadas, era casi impensable que en México existieran los casinos estilo Las Vegas, parecía algo tan ridículo como los juicios que presentaban en las telenovelas copiando las series gringas, esas en las que el juez usa una peluca y golpea con un martillo. Por desgracia con la llegada de algunos secretarios de gobernación entre los que destaca Santiago Creel, permisos para abrir tan honrosos lugares se otorgaron a diestra y siniestra; todo como es su costumbre en un ambiente de “sospechosismo”.
Dicen que la ocasión hace al ladrón, y ni tardo ni perezoso, el crimen organizado aprovechó las concesiones e inauguró un montón de lavanderías, perdón, quise decir Salas de juego.
Como el asuntacho pintaba más que bien, los principales interesados pusieron sus cartas sobre la mesa…
Azcárraga (Televisa): Clarín de órdenes que le entro
Burillo (Grupo Pegaso): Yo tambor dijo el del güiro
Azcárraga: Primo, vele buscando nombre al tuyo, que el mío se va a llamar Play City y no quiero que me copies.
Cadena 3: Si Televisa y Tv Azteca pueden ¿Yo por qué no?
Cordero (candidato panista): ¿Cómo ven que me asocie para financiar mi campaña como le hizo Felipillo?
Larrazábal (presidente municipal de Monterrey): Y que mi hermano les venda los quesos de Oaxaca ¿Va?
Creel: ¡Calmaos, que a todos nos va a tocar pastel!
Así es amiguitos, estas finísimas personas se salieron con la suya y al poco tiempo ya era más fácil encontrar un casino que un hospital en algunas ciudades de mi querido país. Al principio eran un sitio de “sana” diversión, luego se convirtieron como era lógico en centro de reunión de jugadores compulsivos, en su mayoría señoras emperifolladas de la high society que despilfarraban más dinero que el que ganaban. Eso es lo de menos porque a fin de cuentas cada quien tira, malgasta o ahorra -¿Alguien puede ahorrar?- su lana como quiera.
La bronca es que se genera tanto dinero, que la disputa por ser el mero mero petatero del bisne ya anda cobrando la vida de empleados y otra gente que ni la debe como sucedió en el Casino Royal de Monterrey. Y que consté que no estoy diciendo que televisos y tv aztecos sean asesinos (ya nomás eso les falta) pero ya también le entraron al quite el narco y los funcionarios corruptos del gobierno. Estos últimos, se hacen ojo de hormiga y en vez de investigar el caso, piden una buena comisión a cambio de no clausurarlos ¡Una cosa la-men-ta-ble!
