jueves, 29 de septiembre de 2011

CASINOS. ENTRE MÁS JUEGAS MÁS GANAN.



Sean Connery entra al casino y empina el codo después de que le sirven su acostumbrado vodka Martini agitado no revuelto. Se sienta a la mesa y pide fichas para jugar bacará. La idea de una organización criminal que financiaba sus fechorías con las ganancias de un casino me gustaba cuando era un chamaco y mi fervor por las películas de James Bond era mayúsculo. Ahora el solo hecho de pensar que la realidad ha superado a la ficción, me parece nauseabundo.

Hace unas décadas, era casi impensable que en México existieran los casinos estilo Las Vegas, parecía algo tan ridículo como los juicios que presentaban en las telenovelas copiando las series gringas, esas en las que el juez usa una peluca y golpea con un martillo. Por desgracia con la llegada de algunos secretarios de gobernación entre los que destaca Santiago Creel, permisos para abrir tan honrosos lugares se otorgaron a diestra y siniestra; todo como es su costumbre en un ambiente de “sospechosismo”.

Dicen que la ocasión hace al ladrón, y ni tardo ni perezoso, el crimen organizado aprovechó las concesiones e inauguró un montón de lavanderías, perdón, quise decir Salas de juego.

Como el asuntacho pintaba más que bien, los principales interesados pusieron sus cartas sobre la mesa…

Azcárraga (Televisa): Clarín de órdenes que le entro
Burillo (Grupo Pegaso): Yo tambor dijo el del güiro
Azcárraga: Primo, vele buscando nombre al tuyo, que el mío se va a llamar Play City y no quiero que me copies.
Cadena 3: Si Televisa y Tv Azteca pueden ¿Yo por qué no?
Cordero (candidato panista): ¿Cómo ven que me asocie para financiar mi campaña como le hizo Felipillo?
Larrazábal (presidente municipal de Monterrey): Y que mi hermano les venda los quesos de Oaxaca ¿Va?
Creel: ¡Calmaos, que a todos nos va a tocar pastel!

Así es amiguitos, estas finísimas personas se salieron con la suya y al poco tiempo ya era más fácil encontrar un casino que un hospital en algunas ciudades de mi querido país. Al principio eran un sitio de “sana” diversión, luego se convirtieron como era lógico en centro de reunión de jugadores compulsivos, en su mayoría señoras emperifolladas de la high society que despilfarraban más dinero que el que ganaban. Eso es lo de menos porque a fin de cuentas cada quien tira, malgasta o ahorra -¿Alguien puede ahorrar?- su lana como quiera.

La bronca es que se genera tanto dinero, que la disputa por ser el mero mero petatero del bisne ya anda cobrando la vida de empleados y otra gente que ni la debe como sucedió en el Casino Royal de Monterrey. Y que consté que no estoy diciendo que televisos y tv aztecos sean asesinos (ya nomás eso les falta) pero ya también le entraron al quite el narco y los funcionarios corruptos del gobierno. Estos últimos, se hacen ojo de hormiga y en vez de investigar el caso, piden una buena comisión a cambio de no clausurarlos ¡Una cosa la-men-ta-ble!

domingo, 4 de septiembre de 2011

Deus bendiga a Alan Harper



Qué tremenda flojera me provocan los tipos que cuentan anécdotas personales donde destacan sus ilimitadas virtudes para conquistar a cuánta chava se les ponga enfrente. Sí, me refiero a esos que aseguran haber sido más de una vez, la manzana de la discordia, los culpables de haber destrozado la aparente indestructible amistad de dos féminas que se disputaron sus favores. Y por si fuera poco, creen que si llevaran al cine su biografía, el más indicado para interpretarlos sería Brad Pitt o George Clooney. Pero lo más patético es que haya mujeres que los consideren admirables y que ni siquiera se detengan un momento a pensar si lo que están escuchando es factible.

Supongo que es el juego del auto engaño con el que uno pretende sentirse especial, que en el caso de algunas chavas las hace pensar “Este tipo es un galanazo y pudiendo tener a cualquiera me eligió a mi”. Entonces de alguna forma inconsciente o conscientemente contribuyen a que la leyenda del tipo crezca. Un ejemplo claro es la conversación siguiente entre un cuate común y corriente como su servilleta y una chica que ha caído en las redes de un sujeto del perfil que podemos llamar “Fantoche”.

Cachubi: ¿Y entonces cómo te gustan los hombres?
Ella: La verdad es que para mí el físico no es importante (Ta madre! ¿Cuántas veces he escuchado eso?)
Cachubi: Ah Ok ¿Y cómo es tu novio?
Ella: Ah bueno, mi novio si es muy guapo (Ojo, yo nunca pregunté cómo era físicamente, pero ella tenía que aclararlo). Insisto, yo no me fijo en eso. Pero él es muy guapo. Les gustaba a todas las compañeras de la clase. Me parecía mono pero no le hacía mucho caso (¡Ay ajá! Más que predecible que luego me dijera que a pesar de ser asediado por todas, era a ella a quien realmente buscaba).
Cachubi: ¿Tu novio es el gordito que tienes en el protector de pantalla?
Ella: ¿Qué? (Con cara de fuchi) No está gordo. Es robusto (Por Deus! Yo sé distinguir entre una complexión y la otra). Es que en la prepa jugaba football americano y tenía un cuerpazo. Pero se lesionó y tuvo que abandonarlo.
Cachubi: ¿Lo conoces desde la preparatoria?
Ella: No. Eso me lo contó apenas. Por cierto, era el quaterback del equipo. (Extraño hubiera sido que le dijera que jugaba otra posición. Estos especímenes siempre se van a lo grande).
Cachubi: ¿Y en que trabaja?
Ella: Prospecta clientes para una aseguradora de renombre.
Cachubi: Es vendedor de seguros. Bueno, creo que las comisiones no son tan malas y reconozco que se necesita tener cierto talento para convencer a la gente (Intento ser amable).
Ella: ¡Claro que no es vendedor! (Algo disgustada)
Cachubi: Perdón. De serlo no tendría nada de malo ¿verdad?
Ella: Eeeh…mmm…yo lo querría igual. Pero tiene un puesto a nivel gerencial. Aquí entre nos, si un día falta aquello se vuelve un caos.

Y esta conversación se alargó hasta que el novio alcanzó el grado de semidiós y yo con el estomago revuelto fui a vomitar al baño.

La chavala con la que tuve tan interesante charla (eso fue un sarcasmo) no era nada fea. En verdad, tenía un aspecto bastante agradable. Lo que reafirmó hasta ese momento mi idea de que las bonitas solo se fijan en fantoches. Pero sorpresas te da la vida.

Eran los tiempos en que por azares de la casualidad, mi imagen y voz eran transmitidas en un espacio de Internet cuyo nombre es lo de menos.  El caso es que, una chicuela me mandó un correo electrónico diciéndome que se divertía mucho con mi programa, que le caía muy bien y que esperaba algún día conocerme. Al principio creí que era broma, que al verme algo desanimado en las recientes emisiones, el productor había ideado todo para evitar que renunciara. Pero como diría mi abuelita ¡Hombre de poca fé! Un viernes le pedí a la señorita X (cambio el nombre pero no la historia, jeje) que nos viéramos para por fin conocernos. Y que sorpresota me llevé, por lo menos para mis estándares de belleza ¡Estaba hermosa! Obvio, no dude ni un segundo y la invité a cenar.

Mientras íbamos en su carro al sitio que ella propuso, me decía que estaba emocionada por mi presencia. Otro se hubiera dado su taco, sus aires de grandeza pues, pero en vez de eso en mis adentros me decía a mí mismo “¡No manches! ¿Te cae qué esto está pasando?”. Para no hacer el cuento largo, omito los detalles intrascendentes y doy un salto hasta la parte en que ella mirándome con esos ojos hermosos me dijo …

- ¡Me encantas flaquito! Eres tal como me lo imaginaba.
- Ah sí ¿Cómo? (había perdido la timidez y me mostraba más interesado)
- Eres todo un Harper.
- ¿Todo un Harper? ¿Te refieres al programa Two and a half men?
- Sí. Me encanta ese hombre.
- Mmmm. No entiendo. No me parezco en nada a Charlie Sheen. De hecho soy todo lo contrario.
- Exacto. Tú eres un Alan. A todas les gusta Charlie. Pero a mí me gustan más como Alan Harper.
- ¿En serio? (Para ser sincero, más de una persona me había dicho que le recordaba al dichoso Jon Cryer por distintas razones, pero nunca pasó por mi cabeza que por ello atrajera a alguien).
- Sí. Porque como Charlie hay muchos. Además, me parece muy sexy alguien que te haga reír. (¡Wow! Era el mejor piropo que hasta ese momento me habían dicho!)

Sobra decir que esa cita terminó mejor de lo que yo esperaba y dio pie a que saliéramos un par de meses más. La chica en cuestión desapareció ¡Pero a quién le importa! Arriesgándome a que esto se escuche como anuncio del consumidor, lo importante fue la calidad no la cantidad. Pocos me creen esta historia pero ¿Me importa? Claro que no, jajaja.

Moraleja: No te burles de Erasmo Catarino, Luis Felipe Tovar o Daniel Craig por estar más gachos que un chicle pisado. Recuerda que a alguna pechocha muchacha les puede encantar y en un golpe de buena suerte les ve parecido contigo, jajaja.