domingo, 23 de enero de 2011

LA INSOPORTABLE GRAVEDAD DEL SER...MAMÓN


Hace un par de semanas, un amigo me invitó a la inauguración de una galería en la Roma, cuyo nombre no tiene importancia. Salí decepcionado al ver que al arte también le ha pegado la crisis de una forma quizá nunca antes vista. El hecho es que en las redes sociales durante todo el mes se había anunciado con bombo y platillo, la presentación de unos videos dizque muy vanguardistas, creación de unos fulanos europeos. Para no hacer el cuento largo, en un cuarto de tres por tres hicieron la dichosa proyección. Como llegamos media hora tarde nos tocó lugar hasta atrás, y ahí por donde se alcanzaba a ver algo, fue que observe a la mujer rubia que salía en la pantalla, una ñora que se veía más pasada que los chemos que están afuera del metro Insurgentes. El corto que parecía grabado con un celular que se ganaron en la caja de los corn flakes, estaba para llorar.

Pero eso sí. Nunca faltan los pseudo-intelectuales que aseguran que cosas tan infames como esas están impregnadas por un "espíritu artístico de gran calidad y fuerza expresiva". Sí, así con esas mismitas palabras. Fue entonces que ya sumido en el aburrimiento, di mis dizque impresiones acerca del siguiente cortometraje en donde unos vagos se están dando sus catorrazos en la calle como viles microbuseros de la ruta 2.

“Una apología de la violencia urbana”, “Una danza dramática en una pista de concreto”, esa y otras jaladas que me saqué de la manga, bastaron para que uno que otro incauto asintiera con la cabeza, jajaja. Estoy casi seguro que alguno de esos tipos, con aire de grandeza las van a repetir en una reunión.

Eso me recuerda la escena de una de mis películas favoritas, Annie Hall. Woody Allen está formado para entrar al cine y mientras espera, un tipo no para de hablar sobre Marshall McLuhan, el teórico de la comunicación. Con su acostumbrada neurosis, Woody intenta corregir al fulano, al grado de que el mismísimo McLuhan aparece en escena para darle la razón a Woody. Así muchas veces suceden las cosas en el mundo real. Leemos la obra de alguien y nos sentimos capaces de dar una cátedra, en ocasiones ni nos damos cuenta de que tergiversamos el sentido original y nos aventuramos a profundizar sobre los asuntos más intrascendentes. De ahí que se compare a Kurosawa con Tarantino, a Hitchcock con Shyamalan, a Pelé con Ronaldinho, jajaja.

El chiste es que para estos sujetos pseudo-intelectualoides, pareciera que el decir que han leído a determinado autor desde la primaria los convierte en las personas más sabiondas aún cuando no hayan entendido ni papa. O que reírse a carcajadas viendo en el cine una película en donde hacen una broma referente a Kant, Nietszche o Arístoteles, hará que la gente los busque con la mirada y piense ¡Wow! Qué sujeto tan inteligente.

Otra característica clásica de estos cuates es que, según ellos desconocen cualquier situación o tema relacionado con lo que la mayoría considera naco. Dicen no conocer a Cuauhtemoc Blanco porque no les gusta el futbol, aunque al tipo nos lo metan hasta en la sopa. Por lo general dicen sentirse asqueados con las películas mexicanas ya que solo ven cine franchute, pero se sienten orgullosos de los churros de luchadores porque esas cintas son "De culto"(reconozco que de menos son divertidas). Se emocionan con "El topo" y hasta contribuyen a que crezca la leyenda de que era la pelí favorita de John Lennon, cuando ni les consta. Aseguran que no ven la tele, solo el canal 11 y el 22. Y Traen siempre la misma camisa mugrosa como don Gael García Bernal, ya que argumentan que tienen mejores cosas que hacer que andar pensando cómo se visten ¡Fodongos!

En fin... si se te acerca un mono de estos, corre, no voltees pa´atrás y cuentaselo a quien más le confianza le tengas ¡Mucho ojo!

miércoles, 5 de enero de 2011

Stiglitz les mete un susto!


Pasé toda una semana buscando en Internet una película lo suficientemente chafaldrana para hacer mi acostumbrada cachubi-sinopsis. Hasta que cambiándole a la telera me encontré con un canal de cable en donde sacan bodrios mexicanos al por mayor.

Justo estaba empezando una obra maestra del humor involuntario ¡No bueno! Ed Wood comparado con el descerebrado que dirigió semejante cosa, es un genio. El título: Mente Asesina.

La película inicia con un chorazo en donde según explican que se trata de una historia verdadera ocurrida en un pueblo fronterizo, acto seguido se escucha una rolita casi plagio de Tiburón. Por la secuencia de créditos se nota a leguas que es un video-home de tres pesos, protagonizado por…¡tatatataaaaaan! ¡Don Hugo Stiglitz!

En una clínica con instalaciones que parecen baño de gasolinera, el Doc. González (Stiglitz) con cara de loco desquiciado le trepana el cerebelo a un tipo, ante la mirada de una enfermera que sospecha que el médico está medio locadio. A las dos horas le cae un abogado diciéndole que, ya solo falta ultimar detalles para que se lleve a cabo el divorcio que deje a su vieja libre. González se enchila, no quiere divorciarse. No cabe duda, si está loco el pobre.

El Doc pa´consolarse busca la compañía de una seño que está medio federal pero que le da entrada. En escena dizque erótica, el vetarro que de joven aprovechaba cualquier oportunidad para encuerarse, le da sus bechos y apapachos a la doña, pero como chamaco adolescente ni el pantalón se quita. Luego le confiesa a ella, que lo que le duele es que su señora lo deje… pero que lo deje sin varo porque es un mantenido.

El abogado resulta ser cuatacho del señor que anda con la ex mujer del doctor.

En escena que dura como 10 minutos, González se pasea una pistola-sin albur- por toda la frente. Lo peor del caso, es que le ponen una música de fondo que parece de programa cultural del canal 22. El director creyó que le íbamos a agradecer que nos regalara tanto tiempo de Stiglitz demostrando su “histrionismo”.

El doctor espera a que el abogado salga de su cantón y ¡Tómela! Lo despanzurra con su coche. Después de asistir al funeral, espera a que caiga la noche y se mete al panteón (otra vez la musiquita que ahora parece del ballet del cascanueces). Como el velador lo cacha también le da matarili. Abre la tumba del difunto y le mocha la tatema. Y todo para quemarla en una tina con acido. Lo curioso es que se ve clarito como el cráneo se deshace y al poco rato se lo regala a su patrón de la clínica. De pena ajena el asunto.

El Doc. González se deschaveta totalmente, le da el síndrome de López Cobrador y ve complots hasta en la sopa. Entonces, se propone echarse al plato a todos los personajes de la película. Primero busca a la señora de cascos ligeros, y con el pretexto de que la va a invitar a un lugar rete suave, se la despacha. Va a casa de su ex señora y le tira el choro de que no la va a dejar en paz, pero se va sin conseguir su objetivo. Una enfermera sospecha de él y para que no vaya a rajar le suelta unos karatazos. Sí, así de nefasta es la historia. Faltan 10 minutos para que acabe la pelí y el director en ese tiempo resuelve el asunto de volada. Un mudito que parece clon de Danny Trejo, se da cuenta de que el cráneo que le regaló González al ruco, tiene un diente de oro igualito al que tenía el abogado. Un especialista lo confirma. Quién sabe cómo pero en la escena siguiente, González ya tiene secuestrada a la mujer, la policía llega antes de que la trepe al coche y se arma la gorda. Al final le dan sus plomazos al viejo loco. Y la ex que parece que tomó clases de actuación con René Casados, se avienta la frase lapidaria: Ahora lo entiendo todo ¡Mi marido tenía una mente asesina!

¡Háganme el re cochino favor! ¡Esta bien que mamen pero que no se cuelguen de la ubre!