miércoles, 5 de enero de 2011

Stiglitz les mete un susto!


Pasé toda una semana buscando en Internet una película lo suficientemente chafaldrana para hacer mi acostumbrada cachubi-sinopsis. Hasta que cambiándole a la telera me encontré con un canal de cable en donde sacan bodrios mexicanos al por mayor.

Justo estaba empezando una obra maestra del humor involuntario ¡No bueno! Ed Wood comparado con el descerebrado que dirigió semejante cosa, es un genio. El título: Mente Asesina.

La película inicia con un chorazo en donde según explican que se trata de una historia verdadera ocurrida en un pueblo fronterizo, acto seguido se escucha una rolita casi plagio de Tiburón. Por la secuencia de créditos se nota a leguas que es un video-home de tres pesos, protagonizado por…¡tatatataaaaaan! ¡Don Hugo Stiglitz!

En una clínica con instalaciones que parecen baño de gasolinera, el Doc. González (Stiglitz) con cara de loco desquiciado le trepana el cerebelo a un tipo, ante la mirada de una enfermera que sospecha que el médico está medio locadio. A las dos horas le cae un abogado diciéndole que, ya solo falta ultimar detalles para que se lleve a cabo el divorcio que deje a su vieja libre. González se enchila, no quiere divorciarse. No cabe duda, si está loco el pobre.

El Doc pa´consolarse busca la compañía de una seño que está medio federal pero que le da entrada. En escena dizque erótica, el vetarro que de joven aprovechaba cualquier oportunidad para encuerarse, le da sus bechos y apapachos a la doña, pero como chamaco adolescente ni el pantalón se quita. Luego le confiesa a ella, que lo que le duele es que su señora lo deje… pero que lo deje sin varo porque es un mantenido.

El abogado resulta ser cuatacho del señor que anda con la ex mujer del doctor.

En escena que dura como 10 minutos, González se pasea una pistola-sin albur- por toda la frente. Lo peor del caso, es que le ponen una música de fondo que parece de programa cultural del canal 22. El director creyó que le íbamos a agradecer que nos regalara tanto tiempo de Stiglitz demostrando su “histrionismo”.

El doctor espera a que el abogado salga de su cantón y ¡Tómela! Lo despanzurra con su coche. Después de asistir al funeral, espera a que caiga la noche y se mete al panteón (otra vez la musiquita que ahora parece del ballet del cascanueces). Como el velador lo cacha también le da matarili. Abre la tumba del difunto y le mocha la tatema. Y todo para quemarla en una tina con acido. Lo curioso es que se ve clarito como el cráneo se deshace y al poco rato se lo regala a su patrón de la clínica. De pena ajena el asunto.

El Doc. González se deschaveta totalmente, le da el síndrome de López Cobrador y ve complots hasta en la sopa. Entonces, se propone echarse al plato a todos los personajes de la película. Primero busca a la señora de cascos ligeros, y con el pretexto de que la va a invitar a un lugar rete suave, se la despacha. Va a casa de su ex señora y le tira el choro de que no la va a dejar en paz, pero se va sin conseguir su objetivo. Una enfermera sospecha de él y para que no vaya a rajar le suelta unos karatazos. Sí, así de nefasta es la historia. Faltan 10 minutos para que acabe la pelí y el director en ese tiempo resuelve el asunto de volada. Un mudito que parece clon de Danny Trejo, se da cuenta de que el cráneo que le regaló González al ruco, tiene un diente de oro igualito al que tenía el abogado. Un especialista lo confirma. Quién sabe cómo pero en la escena siguiente, González ya tiene secuestrada a la mujer, la policía llega antes de que la trepe al coche y se arma la gorda. Al final le dan sus plomazos al viejo loco. Y la ex que parece que tomó clases de actuación con René Casados, se avienta la frase lapidaria: Ahora lo entiendo todo ¡Mi marido tenía una mente asesina!

¡Háganme el re cochino favor! ¡Esta bien que mamen pero que no se cuelguen de la ubre!

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