Me cae que entre más veo los programas cómicos del canal 2 más me duele el hígado. Uno es La familia peluche, copia infame de Los Simpsons con un Eugenio Dérbez sin una pizca de gracia (si es que algún día la tuvo). Luego otro bodrio que no me he animado a ver más de cinco minutos ya que no soporto al pesado Ortíz de Pinedo, se llama Durmiendo con mi jefe algo así como Two and a half men con dos fulanos que por azares del destino terminan viviendo juntos. Pero recalco, ni el mentado Negro Araiza que no sé porque sale en todos los programas ni el plomazo Ortíz de Pinedo son medianamente chistosos. Bueno, el primero tiene voz de pito (sin albur) y ni así provoca risa. Lo más patético es que, para que te des cuenta de que es un programa cómico recurren al viejísimo truco de los camarografos riéndose como locos ¡Lo que hay que hacer para tragar!
El caso es que todo eso me lleva a recordar uno de mis más grandes placeres culposos de la telera, y ya no sé si llamarle así porque a pesar del tiempo creo que estaba mil veces más simpático que éstas porquerías. Me refiero a Papá soltero. Confieso que tenía sus fallas, podía ser muy cursi y excesivamente moralista pero era un reflejo fiel de su época, los años ochenta han sido la década más fresa y de eso no hay duda.
Cada capítulo duraba media hora, ya sin comerciales se reducía a poco más de veinte minutos. Creo que buena o mala, estaba mucho mejor escrita que otras series de ese tipo, los personajes con perfiles muy bien definidos. Cada uno hablando en el momento en que tenía que hacerlo, lo menciono porque hay unas telenovelas en las que los personajes ponen cara de idiota mientras esperan la respuesta del otro.
El peso de la serie lo llevaba el cantante César Costa, quien se interpretaba a él mismo. Se supone que ya había dejado la cantada y ahora, era productor de televisión. Un día le avisan que su ex-esposa se murió y que no le va a quedar otra que llevarse a sus hijos a vivir a su depto de soltero. Uno pensaría que para darle el toque cómico los chavales serían peor que el alma de Judas, pero ni muy muy ni tan tan, eran tan normales como cualquiera. Ese fue el primer acierto.
El problema al que se enfrentaba el papá en cada capítulo era guiar por el buen camino a los adolescentes Miguel y Alejandra y al chamaco Cesarín (que por cierto, era como de mi edad). Y eso de "problema" era un decir, porque en ese tiempo se escandalizaban de todo. La estructura de cada capítulo era basicamente la misma: Uno de los hijos cometía una falta o algo lo inquietaba, César notaba algo raro y al final les aventaba un sermón conciliador. De eso iba todo. Obvio, de vez en cuando el ruco cantaba una rola con cualquier pretexto. Ah, esa era otra cosa muy vaciada porque como ya mencioné, César Costa hacía de él mismo y aunque no es una estrella internacional, en ese tiempo todavía tenía cierta fama, y yo pensaba "Qué martirio para los hijos que cada vez que conocieran a alguien les dijeran ¡Tu papá es César Costa!", de hecho un capítulo si habló de eso.
En otro, Miguel y un amigo rentan una película porno en VHS. Ojo, el termino pornografía ni lo mencionan. Se limitan a decir película para adultos. Y el encargado del videoclub todavía se pone sangrón y le dan una lana, jajaja. Que tiempos tan inocentes. Para no hacerles el cuento largo, la mentada película en la que ni de casualidad se escucha un gemido -solo la musiquita sexy- se les queda atorada en la videocassetera y me mata de risa el asunto porque así le pasó al primo de un amigo, jajaja. Después de muchos intentos fallidos la dejan ahí y Cesar Costa por accidente la ve y pela chicos ojotes jajaja ¡Apoteósico! Se escandaliza al enterarse de que el encargado del videoclub se dejó corromper ¡Uy, eso no pasa en México! Al final, padre e hijo coinciden en que no está bien andar viendo esas vulgaridades, jajaja.
Y así sucedía con otras situaciones como ponerse briago, auto medicarse, hacer trampa en un examen, pasarse un alto, etc. Para poder desviar la historia y no siempre centrarse en los chavos, aparecían personajes habituales, Juan el mejor amigo de César Costa, un cuate que se las daba de muy galán y que era gorrón como él solo. Este señor que interpretaba Octavio Galindo siempre trataba de convencerlo para irse de parranda con unas nenas. Pero César era más mocho que los de Pro-Vida, y ponía de pretexto a sus hijos.
Hay un capítulo en el que César está hasta la mother por tantas broncas y su dilema consiste en aceptar una invitación del tal Juan. Llegan al tugurio que a leguas se ve que es un estudio con dos mesitas y el papá soltero se la pasa martirizándose con la idea de que a sus hijos les va a pasar algo en el departamento. Of cors may jors, que no les pasa nada. Llega a su cantón en la madrugada y al final termina implorándole disculpas a sus chilpayates. Más chistoso hubiera sido que llegara cayéndose de borracho cantando Oaxaca, pero ni de broma iban a manchar su imagen de cuasi-santo.
También está Gumara la sirvienta, Pocholo el portero del edificio, Debbie la secre de César, Tribilín el amigo de Cesarín, por mencionar algunos. Ah y como olvidar a ese desfile de mujerones que andaban tras los huesos del ex-rocanrolero metido a productor, Lorena Herrera, Lina Santos, Felicia Mercado, pura fémina exuberante le tiraba la onda al chaparrito. Hasta una amiga de Alejandra resulta ser su fan, jajaja. Es como si una chava en estos tiempos se quisiera echar al plato a José José, jaja.
Porque ese era otro de los temas frecuentes, ver si el señor por fin se matrimoniaba pero siempre se salvaba echándoles el choro de que tenía que atender a sus morros ¡Sí güey no era! jajaja
Salvo cuando se iban de vacaciones, todo se grababa en un estudio, siempre iban al mismo restaurant, la escuela de Cesarín solo era el salón de clases, lo único que estaba decente era el departamento que, siendo honesto se veía muy real, nada de colores ni detalles extravagantes como en las telenovelas. Todo muy adoc con el estílo que se suponía tenía la familia. Incluso, si uno pone atención se dará cuenta de que el mobiliario va cambiando conforme transcurren los años, como sucede por lo regular en la vida de cualquiera que tenga la posibilidad de hacerlo. Y la música ¡Quiero saber quién era el que ponía la música en los cortes y al final porque era un verdadero conocedor del pop en inglés y del rock en español! Desde Jefferson Starship, Peter Gabriel, Spandau Ballet, Billy Joel hasta Joaquín Sabina y Charlie García ¡Un Deus!
El programa duró mucho más de lo esperado, inició por ahí de 1987 y terminó a mediados de los 90. Las últimas temporadas los hijos ya eran adultos. Se habían tocado todos los temas posibles y eran repetitivos, Alejandra había dejado vestidos y alborotados a quien sabe cuántos novios, Miguel ya ni fu ni fa, Cesarín tenía líos de faldas muy pero muy lights y César ya ni los sermoneaba. En un intento desesperado para alargar la serie se sacaron de la manga que una sobrinita se iba a vivir con ellos ¡Puf! ¡La idea fue pésima! De hecho, esa locura se la fusilaron de la serie gringa Blanco y Negro, que también incluyó un chavito cuando ya iban a tronar. La niña hacía ese tipo de bromas que solo le causan gracia a un adulto cuando la hija es suya. Cesarín, Alejandra y Miguel se volvieron secundarios, Pocholo y Gumara eran como los cómplices de la escuincla y el pobre César ya se veía aburrido.
A pesar de todo, no cortaron el programa de tajo. Extraño pero cierto, alguien tuvo la idea de escribir un capítulo final, en el que todos los hijos se van y César se queda solo como al principio. Algo así como que el ñor ya cumplió educándolos. Medio dramático el asunto, porque el don dice al final la frase "Siempre seré papá soltero", esos dos minutos hubieran sido geniales si César volteaba a la cámara diciendo "¡Ya no soy papá ...pero si soltero!¡jujujuy! Pero pues no se le pueden pedir peras al olmo, ni al tierno César que se comporte como el mariguano y borracho Enruco Guzmán.
Esperen... no suena mal un reboot de la serie con el papá de Alejandra Guzmán en plan estelar. Bien podría llamarse Papá soltebrio.


