En una oficina de cualquier delegación
del defectuoso, una señora se presenta a realizar un trámite de esos engorrosos
pero necesarios. Al llegar pregunta en el módulo de información a dónde debe
dirigirse para pedir una constancia de domicilio. Un tipejo panzón que hojea El
gráfico y mira en una televisión chiquita a blanco y negro, uno de esos bodrios
mañaneros, le señala una ventanilla ubicada al fondo del edificio. La señora
que ya se había hecho a la idea de que habría una fila interminable, se
sorprende al ver que es la única persona.
- Buenos días - dice a una gorda que se limpia los
residuos de aguacate que le quedan en los dedos con una servilleta de papel.
-¿Asunto? – contesta la empleada con medio bocado
todavía en la boca.
- Traigo mis documentos para que por favor me
expidan un comprobante de domicilio, es que me acabo de cambiar de casa y aún
no cuento con ningún recibo.
- ¿Qué cree? Que si es aquí. Pero ahorita no la pueden atender. No hay nadie.
- ¿Cómo que no hay nadie? ¿Y usted no trabaja
aquí?
- Pues es que mire, yo le puedo checar el
documento pero el licenciado ya se fue de vacaciones y él es quien firma.
- Pero en la página de internet mencionan que hay
servicio los 365 días del año – dice la señora mordiéndose los labios tratando
de no perder la calma.
- Ah. Pues ahí si no sé. Viera que aquí no tenemos
Internet.
- - Oiga señorita, me urge esa constancia para que
me recontraten ¿No lo puede firmar alguien más?
- - Déjeme ver. No se vaya a ir.
Media hora después, un tipo mugriento se sienta frente a la ventanilla.
- ¿Asunto doña?
- - Señor, me dejó aquí la señorita esperando, vengo
por una constancia de domicilio y …
- - ¿Cuál señorita? ¿Una gorda? Si es esa, ya valió
gorro. Ya salió. Se fue a la junta del sindicato. Pero déjeme ver sus
documentos.
-Oiga señor, yo voy a reportar a esa persona, le
pido que por favor me dé su nombre.
- ¿El mío?
- - No, el de la empleada. Nada más lo hacen perder
a uno el tiempo.
- - No me lo sé. Yo nomás soy el chofer y me mandan
aquí para cubrir a los compañeros.
- - Ya traigo todos los documentos, solo falta que
el responsable firme la constancia.
- - ¿Me creería si le digo que no sé quién es? Le
digo que nomás me mandan. Pero igual y la ayudo en otra cosa.
- - ¡Es el colmo!
- - No se enoje doña. Se la pongo más fácil ¿Usted
ya desayunó?
- - ¿Eso qué tiene que ver?
- - Pues es que yo no. Cómo ve un “ciego” y ahorita
le consigo la firma.
- - No le entiendo ¿Qué es eso de un ciego?
- - No se haga. Un billullo. Así los dos nos
ayudamos, como quien dice mutuamente.
- - ¡Lo que usted quiere es una mordida! ¡Aparte de
irresponsables son unos rateros! ¿Pues cómo ve que no le doy nada? Y esto lo va
a saber el delegado.
- - ¡No manche! ¿Y usted de dónde cree que viene la
indicación? – sonríe burlón el tipo.
- - Pues si no es con él será con otra autoridad.
- - Hágale como quiera. Bueno, que conste que yo la
quise ayudar.
El tipo cierra la
ventanilla.
La señora sale
disgustada. En la entrada un muchacho se le acerca.
- - Disculpe señora ¿Sabe de casualidad en dónde
expiden las constancias de domicilio?
- - ¡No sé, ni me interesa!
- - ¡Uy! ¡Qué pinches modos!

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